Si no impugnamos los errores estamos del lado de la mentira


Sacado del libro del padre Iraburu: Malas doctrinas
“Es una vergüenza que haya católicos hoy que se avergüencen de los defensores de la fe. Aquellos círculos de la Iglesia de nuestro tiempo, sean teológicos, populares o episcopales, que sistemáticamente descalifican y persiguen a los maestros católicos que hoy defienden la fe de la Iglesia y que combaten abiertamente las herejías, deben enterarse de que se sitúan fuera de la tradición católica y contra ella. 
Deben saber que en la guerra que hay entre la verdad y la mentira, aunque no lo pretendan conscientemente, ellos, muy moderados, se ponen del lado de la mentira y son los adversarios peores de los defensores de la verdad, pues dejan a éstos como si fueran fanáticos. Incluso cuando esos mismos moderados, en el mejor supuesto, estén entre quienes predican la verdad, también hacen daño, porque no impugnan públicamente los errores.
Ejemplos de santos que han defendido la verdad y condenado el error en la historia de la Iglesia:
San Justino (+165; 1-VI), «escribió diversas obras en defensa del cristianismo… Abrió en Roma una escuela donde sostenía discusiones públicas. Fue martirizado». 
–San Ireneo (+200; 28-VI), obispo y mártir, autor de Adversus hæreses, «escribió en defensa de la fe católica contra los errores de los gnósticos». 
–San Calixto I (+222; 14-X), antiguo esclavo, Papa y mártir, «combatió a los herejes adopcionistas y modalistas».
 –San Antonio Abad (+356; 17-I), padre de los monjes, apoyó «a San Atanasio en sus luchas contra los arrianos». 
–San Hilario (+367; 13-I), obispo y doctor de la Iglesia, «luchó con valentía contra los arrianos y fue desterrado por el emperador Constancio».
 –San Atanasio (+373; 2-V), obispo y doctor de la Iglesia, «peleó valerosamente contra los arrianos, lo que le acarreó incontables sufrimientos, entre ellos varias penas de destierro». 
–San Efrén (+373; 9-VI), diácono y doctor de la Iglesia, fue «autor de importantes obras, destinadas a la refutación de los errores de su tiempo». 
–San Basilio (+379; 2-II), obispo y doctor de la Iglesia, «combatió a los arrianos».
 –San Cirilo de Jerusalén (+386; 18-III), obispo y doctor de la Iglesia, «por su actitud en la controversia arriana, se vio más de una vez condenado al destierro… [pues] explicaba a los fieles la doctrina ortodoxa, la Sagrada Escritura y la Tradición». 
–San Eusebio de Vercelli (+371; 2-VIII), obispo, «sufrió muchos sinsabores por la defensa de la fe, siendo desterrado por el emperador Constancio. Al regresar a su patria, trabajó asiduamente por la restauración de la fe, contra los arrianos». 
–San Dámaso (+384; 11-XII), Papa, «hubo de reunir frecuentes sínodos contra los cismáticos y herejes». –San Ambrosio (+397; 7-XII), obispo y doctor de la Iglesia, «defendió valientemente los derechos de la Iglesia y, con sus escritos y su actividad, ilustró la doctrina verdadera, combatida por los arrianos». 
–San Juan Crisóstomo (+407; 13-IX), obispo y doctor de la Iglesia, en Constantinopla, se esforzó «por llevar a cabo una estricta reforma de las costumbres del clero y de los fieles. La oposición de la corte imperial y de los envidiosos lo llevó por dos veces al destierro. Acabado por tantas miserias, murió [desterrado] en Comana, en el Ponto». 
–San Agustín (+430; 28-VIII), obispo y doctor de la Iglesia, «por medio de sus sermones y de sus numerosos escritos contribuyó en gran manera a una mayor profundización de la fe cristiana contra los errores doctrinales de su tiempo». 
–San Cirilo de Alejandría (+444; 27-VI, obispo y doctor de la Iglesia, «combatió con energía las enseñanzas de Nestorio y fue la figura principal del Concilio de Éfeso». 
–San León Magno (+461; 10-XI), obispo y doctor de la Iglesia, «combatió valientemente por la libertad de la Iglesia, sufriendo dos veces el destierro».