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En la película "Armageddon", como algunos de ustedes recordarán, la humanidad está en un gran problema. Un asteroide gigante está en curso de colisión con la Tierra y parece que no hay forma de detener un impacto que destruirá a toda la humanidad. La NASA recluta a un duro perforador de petróleo, interpretado por Bruce Willis, para que salga al espacio con su equipo y detone el asteroide con una carga nuclear. El mundo entero depende de Bruce. La pregunta del millón que te hago es: "Mientras se lanzaba al asteroide, ¿Bruce Willis se casó y creó una familia?"
Obviamente, la pregunta es absurda. Bruce tenía una misión específica: salvar a la humanidad de un asteroide asesino, y casarse y formar una familia no formaba parte de esa misión. Jesús fue enviado por su Padre celestial a la tierra para una misión aún más seria: salvar a la humanidad de la muerte eterna, y casarse y formar una familia biológica no era parte de ese propósito. ¡Por el contrario, Jesús vino a comenzar una familia celestial en la que todos podemos ser hijos adoptivos de Dios!
El matrimonio es un gran regalo, otorgado por Dios con el propósito de unir a una pareja y traer nuevas vidas al mundo a través de esa unión. El esposo y la esposa están llamados a ser santos a través del amor mutuo y de transformar el mundo a través de su fiel testimonio. Esta es una misión verdaderamente inspiradora, pero esta no fue la misión de Cristo como salvador de la humanidad. Dios no se hizo hombre para construir una relación de amor íntimo con una mujer afortunada, sino más bien para entregarse plenamente y sin reservas a toda la humanidad. ¡Esta es la razón por la cual San Pablo enseña que el Señor realmente tiene una Esposa, su Iglesia! Jesús ama no sólo a un individuo, sino a cada uno de sus hijos, incluso más intensamente que el Romeo más apasionado que haya amado a su Julieta.
Contrariamente a lo que dicen los libros como El Código Da Vinci, un judío del primer siglo no tenía ninguna obligación religiosa de casarse. Jesús tuvo ejemplos históricos y contemporáneos a seguir en su decisión de permanecer soltero. Algunos de los grandes profetas de Israel eran célibes (como Jeremías) o se pensaba que vivían célibes durante sus ministerios (como Moisés). En los días de Jesús, los esenios (un grupo monástico dentro del judaísmo) eran bien conocidos por su estilo de vida célibe. Del mismo modo, el precursor del Señor, Juan el Bautista, también era célibe. Entonces, aunque la gente podría haber encontrado inusual que el Señor no estuviera casado, tal estilo de vida no era inaudito.
Debería sorprendernos que Jesús nos ame a cada uno de nosotros con un amor tan intenso, en lugar de ser como los dioses de la mitología griega que descendieron a la tierra simplemente por su propio placer físico. Sin embargo, nuestra sociedad parece mucho más fascinada con la idea de un Jesús casado. ¿Por qué? Creo que es probablemente porque nuestra cultura está obsesionada con el sexo y, en consecuencia, tenemos grandes dificultades para imaginar que cualquiera (incluso Jesús) podría ser completamente humano y estar realizado sin una vida sexual emocionante. Pero con su ejemplo de amor desinteresado, Jesús nos muestra que sólo podemos ser verdaderamente plenos viviendo de todo corazón por el bien del Reino de Dios, tanto para los llamados al matrimonio como para los llamados al celibato.