El error de una Iglesia que sólo acompaña

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Todos hemos visto como como los católicos se han replegado, en apariencia,  para no confrontar un mundo cada vez más hostil.

Y ha hecho suya la doctrina del acompañamiento

Como si la misión del médico fuera acompañar los sufrimientos del paciente y no curarlo.

Un médico está para curar al enfermo y no sólo para acompañarlo.

Lo mismo vale para la Iglesia. 

Jesús dijo claramente como su único mandato central: “vayan por el mundo y anuncien el evangelio” (Marcos 16:15).

Y nosotros nos hemos olvidado de proclamar la palabra de Dios:
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Decir claramente que hay un Dios, que nos promete la vida eterna y que esta promesa tiene condiciones.
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Que la condición es amar y no pecar; que en la lógica evangélica de Jesús significan lo mismo.
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Y por lo tanto debemos dar claridad sobre lo que lleva a la vida eterna y lo que lleva al Infierno
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Y por qué eso le traerá problemas en este mundo y el riesgo de su salvación para el futuro.

Sin ello no se evangeliza. Y para evangelizar la Iglesia debe ser profética.
La profecía es algo asertivo, la enunciación de una visión de lo que va a pasar de futuro si la persona se aleja de Dios o si se encuentra con Él.
¿Por qué este cambio de énfasis? ¿Hay algo más detrás de ello? 

Este cambio de énfasis en la predicación probablemente sea consecuencia del proceso de apostasía dentro de la Iglesia.

LA ESTRATEGIA LIGHT DEL ACOMPAÑAMIENTO

Para algunos que participaron en el Sínodo de la Familia e incluso para observadores, ha surgido la idea de que Sínodo estaba destinado a transmitir una especie de estrategia pastoral, o sea desarrollar mejor el “arte del acompañamiento”.
El acompañamiento suele entenderse  como algo light, más bien neutral, sin involucrarse demasiado, diseñado más para la escucha que para la enseñanza o exhortación,
o sea gritar con la voz de Juan el Bautista o Jesús, “¡Arrepentíos! porque el Reino de Dios está cerca!”
El fin del acompañamiento debería ser, ejercer influencia,  decir las verdades para que la otra persona las siga.

Pero acompañar sin más, pasivamente, no es una buena estrategia en estos momentos en los que la mayoría de las personas se niegan a escuchar la voz de Dios
estatua de cristo

LA IGLESIA DEBE HABLAR ALTO Y FUERTE

En este momento de tanto ruido, la Iglesia debe salir a gritar su verdad, no esperar que la gente se disponga a ser acompañada.
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Nuestro objetivo debe ser enseñar, dirigir, y liderar el cambio.
Y especialmente el clero debe insistir en la santificación de las personas y en que se acerquen a los sacramentos.
Probablemente el arte del acompañamiento no incluya esto con la fuerza que debiera tener.
Pongamos el caso de Jesús.
Jesús comía y bebía con los pecadores, pero no se limitaba a estar con ellos para pasar un momento soalmente agradable.
Él hacía al acercamiento para conducir a la gente, para proclamar y enseñar las verdades, para convocar al arrepentimiento, para otorgar misericordia a los penitentes. 

En teoría, la forma en que el acompañante se acerca al acompañado es íntima, suave, y probablemente no implique una acción vigorosa, una enseñanza clara e inequívoca, como Jesús hacía cuando les decía “¡Oh insensatos …”.

Sostenía sin ambigüedades el llamado, la forma en que la gente debiera comportarse y lo hacía vigorosamente.
Él le decía a la gente en voz fuerte que estaban en un error y que el error no sólo causaba su dolor sino que estaban haciendo un viaje por el camino equivocado.
Y él les decía que es camino está por acá, conduciéndolos, guiándolos, enseñado, pero al mismo tiempo con energía y exigencia.

Estamos viviendo el clima del lenguaje “politicamente correcto”, para no ofender lo que piensa la gente, en vez de incidir en el cambio de lo que piensa la gente.

procesion la calera regnum christi fondo
Lamentablemente los púlpitos están demasiado silenciosos sobre las desviaciones y las cosas que no se deben hacer.
No existe una enseñanza clara del camino
El clero y los padres tienden a ser bastante tímidos para enfrentarse con temas controvertidos de nuestro tiempo, que contradicen las enseñanzas y refutarlos claramente.
Y en este sentido, la estrategia pastoral del acompañamiento pone un cierto signo de vaguedad.
El objetivo de la Iglesia no sólo debe ser oír lo que le pasa a la gente, sus preocupaciones, sus temores y acompañarla en sus problemas.
Sino que también tenemos que dar una respuesta sobre el camino a seguir e identificar claramente las desviaciones

El problema de hoy es que nos hemos olvidado de lo que significa “enseñar, corregir”. 

Es como si una persona tiene una enfermedad física, fuera al médico y éste se limitara a acompañarle en su enfermedad dándole consuelo, en vez de tratar de curarlo, de quitarle la enfermedad.
Hoy demasiados de nosotros, el clero, los laicos, prometemos oraciones pero tenemos poco que decir sobre los pecados, errores y mentiras que son el problema principal que afecta a la humanidad.
misa en iglesia destruida
 LA IGLESIA DEBE SER PROFÉTICA
La Iglesia debe dar la palabra de Dios para que la gente se encauce en la fidelidad a Dios.
Hay una confusión sobre el sentido del término profecía.
En general se comprende como sinónimo de predicción o vaticinio, que tiene como fin estimar lo que pasará en un futuro.
Pero la profecía es mucho más que eso.
Porque si miramos en la Biblia, lpreocupación primordial del profeta es hablar la Palabra de Dios al pueblo de su tiempo, exhortándole a su fidelidad a Dios.
En los tiempos de Israel ¿se asesinaba a los profetas por adivinar lo que iba a pasar en el futuro o por denunciar lo que estaba sucediendo, el pecado, la injusticia, que iba contra el plan de Dios?
Es cierto que a veces los profetas decían lo que iba a pasar en el futuro, pero en realidad estaban siendo un canal de comunicación entre Dios y los seres humanos.
En este sentido en realidad el profeta es un visionario, alguien que ve realidades que otros no ven, que ve todo como Dios lo ve. 
Y en este sentido la Iglesia de hoy tiene que ser profética.

Primero advertir que determinado acto es un pecado y falta de amor, algo que Dios no aprueba.

Segundo, que eso tiene consecuencias para su futuro, si sigue haciendo tal cosa tendrá problemas en el mundo, perderá la amistad con Dios y pondrá en riesgo su salvación para la vida eterna en el Cielo.

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