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Así como el Vientre de la Reina del Cielo y de la Tierra, fue creado Inmaculado desde el principio, del mismo modo, las Manos de los Sacerdotes de Dios son Consagradas Inmaculadas en el día de Su Ordenación. Esto es así, porque todo lo que entra en contacto con Dios debe ser Puro e Inmaculado. Así como el Vaso en el que el Hijo de Dios formó Su Carne y Su Sangre era Inmaculado, las manos que conciben a Dios en el Altar deben ser inmaculadas.
Ningunas otras manos pueden hacer concebir a Dios en el Altar, así como no existe otro vientre que conciba a Dios excepto el de María. En el Altar de Dios, los Sacerdotes dan a luz a Dios para la humanidad, así como María dio a luz a Dios en el pesebre en Belén. Benditas sean las manos que conciben a Dios, que dan a luz a Dios, que dan a Dios para la humanidad. Benditas sean las Manos del Sacerdote.
Amigos del Dios Vivo, ésta es la dignidad de las Manos Consagradas de los Sacerdotes de Cristo. Es por esto, que la Voz del Cielo gime en agonía y pena diciendo:
“Es una profanación del Sacramento de la Santa Eucaristía permitir que manos No Consagradas administren el Sacramento de la Santa Eucaristía. Sólo las manos de Mis Sacerdotes han sido Consagradas para hacer esto, ¡ningunas otras manos!”
Amigos del Dios Vivo, Jesús dijo:
“Les he dado a conocer la verdad. Su voluntad es su voluntad. Nadie se las puede quitar.”
Amigo del Dios Vivo, oro para que ustedes cambien, para que escapen del Juicio de Dios sobre este asunto de profanación.
Yo soy tu hija Cecilia. Oro para que puedan cambiar al mundo. Oro por ustedes, por la Gracia de la Inmaculada Concepción. Los dejo.”
Sta Cecilia a Bernabé Nwoye, Nigeria