La Civiltà Cattolica se ensaña con Sarah



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Después de la reprimenda pública de Francisco al cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ya no hay ninguna duda sobre las verdaderas intenciones del Papa en materia de traducciones en los idiomas modernos de los textos litúrgicos de rito latino, exigidas en pleno a las Iglesias nacionales, con la aprobación vaticana reducida a una pura formalidad.
Pero para aumentar la dosis – sumado el sarcasmo respecto a los presuntos retrógrados – ha llegado puntualmente "La Civiltà Cattolica", tomada desde hace tiempo como "house organ" de Santa Marta.
En su último número, la histórica revista de los jesuitas dirigida por el padre Antonio Spadaro ha dedicado su artículo de apertura precisamente a la "restitución" a las conferencias episcopales nacionales de la plena competencia en la traducción de los libros litúrgicos.
La tesis del artículo de "La Civiltà Cattolica", en efecto, es que esta facultad ya había sido devuelta a las Iglesias nacionales en 1969, a partir de una instrucción – en realidad la carta de un cardenal – que lleva como título "Comme le prévoit", pero que rápidamente fue dada por muerta "por razones ideológicas", al prevalecer los adversarios de la reforma litúrgica. Hasta que llegó el papa Francisco para revivirla y, en consecuencia, para marcar la revancha de las "periferias" sobre el centralismo vaticano.
Un centralismo cuyo último epígono está clavado en el cardenal Sarah, con Francisco que "se ha visto obligado a intervenir" para neutralizar sus pretensiones.
Naturalmente, esta tesis de "La Civiltà Cattolica" puede ser atribuida al papa Francisco en persona, visto el vínculo estrechísimo entre una y el otro. Y regresa a pleno título en su proyecto general de hacer evolucionar a la Iglesia de monolítica a federada, con cada una de las Iglesias nacionales dotada de amplia autonomía, "incluyendo también alguna auténtica autoridad doctrinal" ("Evangelii gaudium" n. 32).
El autor del artículo es el jesuita Cesare Giraudo, de 76 años de edad, docente emérito de liturgia y de teología en el Pontificio Instituto Oriental de Roma.
Los que siguen son los pasajes esenciales de su escrito.
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"MAGNUM PRINCIPIUM" Y LA INCULTURACIÓN LITÚRGICA
por Cesare Giraudo S.I.
Es verdaderamente un "gran principio" el que la Constitución "Sacrosanctum Concilium" del Concilio Vaticano II ha proclamado en el artículo 36, reconociendo a las asambleas litúrgicas individuales el derecho de conversar con Dios en su propia lengua. […]
Con la creación del "Consilium ad exsequendam Constitutionem de sacra Liturgia", querido por Pablo VI con il Motu Proprio "Sacram Liturgiam" del 25 de enero de 1964, la reforma litúrgica se puso en movimiento, comenzando en un recorrido marcado por las primeras grandes instrucciones: "Inter oecumenici" (1964), "Tres abhinc annos" (1967), "Comme le prévoit" (1969) y "Liturgicæ instaurationes" (1970). Si bien más tardes, por razones ideológicas, la instrucción "Comme le prévoit", o sea, la carta del cardenal Lercaro a los presidentes de las Conferencias Episcopales sobre la traducción de los textos litúrgicos, no ha sido computada entre las grandes instrucciones, ella permanece como tal, y como tal se la entiende. […]
A las primeras grandes instrucciones se han agregado más tarde otras dos por obra de la Congregación para el Culto Divino: "Varietates legitimæ" (1994) e "Liturgiam authenticam" (2001).
Sobre todo esta última ha sido presentada sistemáticamente como referencia normativa – como afirman los subtítulos – no sólo "para el uso de las lenguas vernáculas en la edición de los libros de la liturgia romana", sino también "para la correcta aplicación de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia". […]
¿Qué decir de la instrucción "Liturgiam authenticam"? […] Obviamente, la persona más indicada para evaluar las directivas en ella contenidas es el cultor de la liturgia, de la teología y de la pastoral. […]
El liturgista no esconde su perplejidad cuando constata, por ejemplo, que la noción de "reforma litúrgica" está confiada, en toda la instrucción, a seis parsimoniosas recurrencias de la expresión "instauratio liturgica". Y se pregunta: ¿por qué velar con tanto pudor ese evento eclesial de tan grandes proporciones que ha sido la reforma litúrgica querida por el Concilio Vaticano II y prudentemente administrada por Pablo VI en persona? ¿Y por qué poner tan en evidencia, en relación a la también necesaria verificación, una centralización que corre el riesgo de dañar el rol de las conferencias episcopales y de mortificar la dignidad de las Iglesias locales? […]
Al leer y releer "Liturgiam authenticam", quizás más de uno se habrá preguntado si se había llegado realmente al término de la gestión de las lenguas vernáculas en la edición de los libros litúrgicos.
Pero el reciente Motu Proprio "Magnum principium" ha ofrecido una respuesta importante y clara. […] El papa Francesco ha considerado que debe intervenir para agilizar procedimientos que una polarización excesiva sobre la noción de "recognitio" había llevado a un punto de estancamiento, pero sobre todo para volver a dar a las conferencias episcopales territoriales esas competencias en materia litúrgica que habían sido indebidamente sustraídas a ellas. […]
Mientras antes la Congregación tenía competencia sobre la "recognitio" de las traducciones litúrgicas, anteriormente elaboradas por las conferencias episcopales, que pasaba por el tamiz despiadado de "Liturgiam authenticam", de ahora en más toda la competencia sobre las traducciones es restituida a las conferencias episcopales, que vuelven a ser las garantes acreditadas y únicas de su fidelidad. […]
Hasta aquí todo parecía claro, pero nuevamente se reabre el escenario. Entre el 12 y el 14 de octubre aparece en algunos órganos de prensa, primero en traducción italiana y luego en el original francés, una larga carta titulada "Humble contribution pour une meilleure et juste compréhension du Motu Proprio 'Magnum principium'", que el cardenal Robert Sarah había dirigido al Pontífice con fecha 1 de octubre. […]
Frente a esta interpretación, el Pontífice se ha visto obligado a intervenir – en una forma que los observadores concuerdan en definir como "inédita" –, dirigiendo una carta personal a su eminente interlocutor, y rogándole que la transmita a los sitios web en los que había sido publicado el "Commentaire", y a "todas las conferencias episcopales, a los miembros y a los consejeros de este dicasterio". El cumplimiento a este pedido ha hecho que la carta sea de dominio público.  […]
Al restituir a las conferencias episcopales la plena competencia sobre la traducción de los libros litúrgicos, el Motu Proprio "Magnum principium" ha intentado reafirmar el principio de subsidiariedad, en base al cual la instancia superior no debe sobrepasar ni sustituir a la instancia inferior en el ejercicio de los roles legítimamente reconocidos en ésta. Además, ¿quién mejor que las conferencias episcopales, en cada una de las cuales hay una multitud de expertos que han elaborado las traducciones, puede juzgar la conformidad de las mismas a los textos originales? […]
Por este motivo estamos agradecidos al Motu Proprio que haya vuelto a dar voz, indirectamente, a la instrucción "Comme le prévoit", con la que en este punto deberían armonizarse e integrarse las directivas de "Liturgiam authenticam".  […]
Otro motivo de gratitud es el hecho que el Motu Proprio vuelve a poner en movimiento la inculturación litúrgica, en particular aquella que, en sintonía con los Padres de la Iglesia, el Vaticano II y el primer Sínodo de las Iglesias de África y Madagascar (1994), va a la búsqueda de las "semillas del Verbo" en el patrimonio pre-cristiano de las Iglesias jóvenes.
En línea con el tema de la inculturación – y en consecuencia con la traducción de los textos, íntimamente vinculada a ella – podemos concluir con una cita de san Ambrosio, quien en defensa de una praxis propia en la Iglesia de Milán dijo: "In omnibus cupio sequi Ecclesiam Romanam; sed tamen et nos hominis sensum habemus!" [En todo quiero seguir a la Iglesia de Roma, pero también nosotros tenemos sentido del hombre].
Aplicando y adaptando a ellas mismas esta legítima y obligada reivindicación de derechos, los representantes de las Iglesias jóvenes pueden decir hoy: "También nosotros deseamos seguir en todo a la Iglesia romana; ¡pero también nosotros tenemos el sentido del hombre! Permítannos traducir a nosotros mismos nuestras oraciones litúrgicas, en armonía con los dones de gracia que el Verbo Sembrador ha esparcido desde siempre en los surcos fecundos de nuestra tierra".