Fellay: algo ha cambiado definitivamente en la Iglesia

(...)quisiera resumir algunas de las palabras y conceptos que Mons. Bernard Fellay expresó en su extendida conferencia, el domingo 8 de octubre, (...)
Un concepto que marcó todo el relato: en Roma hay una profunda división. La elección de Benedicto XVI, el papa Ratzinger, suscitó grandes esperanzas en los sectores conservadores de la Iglesia. El pontífice, sin embargo, a pesar de la concesión de los pedidos preliminares a la FSSPX para iniciar un diálogo teológico entre representantes designados por ambas partes, nunca dejó de considerar al Concilio Vaticano II como una iniciativa necesaria y beneficiosa para la Iglesia. Y si lamentó más de una vez ciertas consecuencias “no deseadas”, las atribuyó a la existencia de un “concilio de los medios”, es decir una versión mediática distorsionada, que fue –según él- motivo de confusión de los fieles y también de la mayoría del clero del llano. Ratzinger siempre ha insistido en la necesidad de interpretar el Concilio a la luz de la “tradición”, y de allí la famosa fórmula de la “hermenéutica de la continuidad”.
Pero, afirmó Mons. Fellay, si todo hubiese sido producto de una distorsión de los “medios”, ¿dónde estaba la jerarquía de la Iglesia para corregir y encarrilar estas desviaciones? Por otra parte, la hermenéutica de la continuidad supone que todos los textos del concilio pueden ser interpretados en un sentido ortodoxo, lo cual en muchos casos es imposible. Ciertos textos sólo se pueden aceptar como una continuidad del Magisterio (libertad religiosa, por ejemplo) si se traiciona el sentido del magisterio y de la tradición. Si se los redefine en un sentido evolutivo, disfrazado bajo el engañoso concepto de “tradición viva”. Y, ciertamente, obviando el principio de contradicción.
No se ha tratado de un Concilio que formuló la explicitación de verdades implícitas en el Magisterio anterior, o en la Revelación, sino que propuso afirmaciones contrarias a ellos en muchas oportunidades.
Tan grave como esto y más pernicioso, sin embargo, ha sido la deliberada ambigüedad de los textos. Esto fue posible porque las autoridades designadas para las diversas comisiones antes del Concilio fueron removidas por medio de un “coup d’etat” tolerado por el papa, que causó gran escándalo en su momento. Se ampliaron las comisiones para imponer nuevos miembros liberales, en número suficiente como para ganar las votaciones y replantear los esquemas; se archivaron los ya preparados y se presentaron nuevos esquemas de discusión con textos escandalosos, como salidos de la nada. Los padres conciliares que formaron un bloque de resistencia fueron siendo debilitados por el desánimo al ver que el papa se ponía del lado de los revolucionarios, permitiendo que personas tan venerables como el Card. Ottaviani fuera ridiculizado mientras hacía una fogosa defensa de la doctrina tradicional.
El resto de la “resistencia” conservadora se debatió en el campo de la negociación, con el objetivo de mejorar los textos lo más posible, llegando a puntos de compromiso en muchas formulaciones ambiguas. Esta era la batalla que en realidad los neomodernistas querían ganar. De allí vendría ese posconcilio desenfrenado bajo la inspiración de textos oscuros con los que resultaba fácil torcer la doctrina. Las pruebas de que no hubo meramente un “concilio de los medios” sino una adopción entusiasta de la nueva orientación promovida desde el papado mismo son tantas que sería imposible enumerarlas. Pero “Asís” es quizás la evidencia paradigmática. (...)

Algo, definitivamente, ha cambiado en la situación de la Iglesia
Finalmente, lo que marca, en la convicción de Mons. Fellay, un punto de inflexión en esta crisis de la Iglesia es el conjunto de circunstancias que concurren bajo Francisco:
una activa resistencia a la desviaciones doctrinales en materia moral, respaldada por personalidades de alta jerarquía, como cardenales, arzobispos, mucho clero y un conjunto muy relevante de académicos católicos, algunos de los cuales ya han sido privados de sus cátedras por estas declaraciones. Algo sin precedentes. Ningún otro papa conciliar suscitó tal resistencia cuando lideró o toleró desviaciones tan o más graves, en materia de Fe. Tan solo la FSSPX opuso esa resistencia que ahora se va generalizando.
- la continua afluencia de mensajes de apoyo tanto de cardenales como obispos que recibe la FSSPX. “Sigan adelante, resistan, no depongan las armas”.
- finalmente, otra paradójica situación que causó la hilaridad de los asistentes al ser referida. Contó que el Card. Müller, el mismo tradicional enemigo de la FSSPX, el del decreto de excomunión que Francisco mandó archivar, le pidió a Mons. Fellay el auxilio de la FSSPX. Sin duda hablaba también en nombre de otros cardenales. La ayuda consistiría en que “se integren a la Iglesia para ayudar a combatir a los modernistas”.
Como dijo una dama al fin de esta exposición, que subió al escenario para recibir un homenaje por su largos servicios a la Fraternidad en la Argentina: “Después de escuchar estas cosas, lo único que nos queda claro es la confusión”.
Resistir, velar y orar. Fátima más vigente que nunca.