Los ángeles en Getsemaní


Del libro de "Anne-Katerine Emmerich” Vol.I 

Ana Catalina explica que el ángel la llamaba y ella lo seguía a todas partes: "A veces pasaba el día entero con él. Me mostraba a las personas que conocía y a otras que nunca había visto. Con él atravesába los mares a la velocidad del pensamiento. Podía ver lejos, muy lejos (...) Cuando llega para llevarme con él, solamente veo en principio una débil claridad y después, de improviso, me aparece delante, como una luz de una linterna que ilumina la oscuridad. Mi ángel siempre estaba delante de mí, a veces a mi lado. Es silencioso, hace pocos movimientos, pero a veces acompaña sus breves respuestas con una señal de la mano o inclinando la cabeza. ¡Oh, qué brillante y transparente es!. Es serio, amable, y tiene el cabello sedoso, ondulante y lleno de brillo.

Su cabeza no está cubierta, y el vestido que lleva es largo y de una pureza deslumbrante. Le hablo libremente y todavía no he podido mirarlo a la cara. Me inclino delante de él y él me guía con diferentes señas. No le hago nunca muchas preguntas, porque la satisfacción que siento sóolo sabiendo que lo tengo a mi lado, me frena.
Una vez me perdí en los campos de Flamske. Yo estaba aterrorizada, comencé a llorar y a rogar a Dios. De improviso, vi delante de mí una luz similar a una llama, que se transformó en mi ángel que llevaba puesto su vestido. La tierra debajo de mis pies se secó, no llovía, ni la nieve caía sobre mí. Volví a casa sin mojarme.


Ángeles durante el Calvario de Cristo.

Ninguna palabra humana puede manifestar el terror que sintió el alma del Salvador a la vista de aquellas terribles expiaciones, porque Él podía ver no sólo la inmensa extensión de los tormentos que debía soportar, sino también instrumentos de tortura, el furor diabólico de aquellos que los habían inventado, la crueldad de los malvados y las angustias de todas la víctimas, inocentes o culpables. El horror de esta visión era tal que todo su cuerpo se recubrió de una especie de sudor, gotas de sangre que caían a la tierra.
Él hijo del hombre estaba callado, por tristeza y abatimiento, y yo notaba que los ángeles estaban llenos de compasión. Me parecía que deseaban ardientemente consolarlo y que oraban por él delante del trono de Dios. Al terminar la pasión, Jesús cayó a tierra como si estuviera a punto morir.

Los ángeles se hicieron invisibles, las imágenes desaparecieron, el sudor de sangre se derramó más abundante e impregnó todo su túnica. Una profunda oscuridad reinaba en la gruta. Entonces vi a un ángel bajar cerca de Jesús. Era más alto, diferente, y parecido a un hombre de los que se aparecían en las visiones precedentes. Estaba vestido con un hábito blanco ondulante y tenía en la mano un pequeño vaso en forma de cáliz. Cuando abrió el vaso vi un cuerpo de forma ovalada del mismo tamaño que un haba, que emanaba una luz rojiza. Él ángel, siempre fluctuante, le tendió la mano derecha a Jesús y, cuando el Salvador se levantó, y se llevó a la boca el objeto brillante, lo hizo beber del cáliz luminoso. Después desapareció.




Dice de ellos San Agustín

Aunque no vemos la presencia de los ángeles, tratándose de cosas que escapan a nuestros ojos y existen en el gran Reino de Dios Emperador, sabemos por fe que los ángeles existen, encontramos escritos en los que se han aparecido a muchos y los creemos, al margen de cualquier legítima duda. Ahora los ángeles son espíritus, pero en cuanto espíritu no son ángeles. Es cuando son enviados que se vuelven ángeles. La palabra ángel en realidad designa una misión, no su naturaleza. Si se pregunta el nombre de esta naturaleza, se responde que es espíritu, si se pregunta su misión se responde que es ángel. Por aquello que es, es espíritu, mientras que por la misión que cumple es ángel..

El mundo angélico fue creado antes que el mundo terrenal, en consecuencia los ángeles son seres espirituales e incorpóreos y sus inteligencias concentran la irradiación del principio creador. Son fuerzas que actúan tanto desde el exterior como desde el interior del mundo, directamente sobre fundamentos iguales al ser.

El hombre se encuentra más abajo en el orden cósmico, en el centro de un mundo decaído, aunque puede acceder al más alto conocimiento de Dios, incluso a la misma conciencia angelical. Pero los ángeles son accesibles al hombre en virtud de su condición de criatura, así Dios los reviste de su sabiduría y de su gloria. Su protección sobre la humanidad es amor, ternura infinita, inocencia de niño.

Desde muchas partes se oye afirmar que nos podemos acercar a Dios de la mano de cada mediador, pues un camino iluminado es más fácil transitar que un camino envuelto en oscuridad. Muchos no saben degustar este alimento celestial, por eso en la búsqueda lo desprecian y se pierden entre los bienes de la tierra.


Santo Tomás en la Suma Teológica

El ángel puede encontrarse en un lugar, pero no circunscrito como un cuerpo. Se los encuentra en cualquier obra o cosa y, así, más que estar contenidos en el lugar, lo contienen.

El ángel no lo conoce todo por su naturaleza, esto es, por medio de sí mismo, porque debería tener en sí mismo todo eso que puede conocer, cualidad que es propia de Dios.

El ángel conoce a través de imágenes enviadas por Dios, por reflejos de Dios. Los ángeles, cuanto más superiores son más perfectos, y cuanto más se asemejan a Dios, más conocen las cosas por imágenes siempre más universales.