*Vuestra vida vale muchísimo ante Mis Ojos

Habla Dios Padre a Javier Viesca. México. Junio 2013.

Sobre: Padres de familia, sois de Mis elegidos para entrar en el Reino de los Cielos, cuando hacéis correctamente vuestra misión, especialmente cuando Me transmitís a vuestros hijos.

Hijitos Míos, vosotros debéis ser sal en el mundo y, al decir sal, Me estoy refiriendo a que vosotros debéis hacer que vuestras obras se divinicen. Cuando falta ésa sal, o cuando la sal ya no da el sabor, como dicen las Escrituras, se tira, uno se deshace de ella, no sirve. Y así sucede con vosotros, si vosotros no estáis divinizando vuestras obras, no servís, vuestras obras son vanas, no las estáis ofreciendo, no están llegando a Mí.

Vuestra vida tiene una razón de ser, vuestra vida vale muchísimo ante Mis Ojos. Vosotros estáis en la Tierra para quitarle poder a satanás y, ¿cómo se hace esto, Mis pequeños?, precisamente como os explico, divinizando vuestras obras.

Él las toma si vosotros no Me las ofrecéis y él echa a perder lo que pudiera ser grande para otros. Si vosotros no Me las ofrecéis a Mí, vuestras obras quedan en el aire y os vuelvo a repetir, las puede tomar satanás y, así, éstas se van a la basura, no sirven y, así, vosotros vivís en el mundo sin ser verdaderos servidores Míos y echando a perder vuestras obras, que, a veces, mucho os cuestan.

Mis pequeños, Yo no quiero grandes obras, Yo no espero que vosotros luchéis por hacer algo extraordinario en vuestra vida para que Me lo podáis ofrecer que, ciertamente, os lo voy a agradecer, porque ya desde el preciso momento en que vosotros estáis pensando en darMe algo grande y luchando por eso, ya lo voy gozando, porque estáis pensando en darMe algo que sale desde vuestro corazón, desde lo más profundo, donde Mi Amor habita.
Mis pequeños, Yo quiero lo de todos los días. Un ejemplo grande y santificador, es el de la familia, por eso he permitido que vosotros hagáis en la Tierra, familia y, la familia, es el ejemplo por excelencia de la donación.

Mi Hijo Jesucristo, os dijo que el que quisiera ser grande en el Reino de los Cielos, debiera ser primeramente servidor aquí en la Tierra y qué mejor que los padres hacia los hijos. Sois servidores, Mis pequeños, os dais por los hijos, a tal grado que os sacrificáis innumerables veces por servirles y darles lo mejor. Muchos de vosotros, padres y madres, lloráis en secreto, porque os quitasteis de la boca, quizá un bocado o porque queríais algo para vosotros, pero ése dinerito lo guardasteis para alguno de vuestros hijos y darles a ellos una alegría. Muchas veces preferís que vuestros hijos tengan lo mejor, aún a pesar de vuestra salud, de vuestro cansancio, de vuestras penas. Escondéis todo eso en vuestro corazón ante los hombres, pero no ante Mí, vuestro Dios y todo eso va a tener un pago inmenso en el Reino de los Cielos, os disteis por un semejante que es vuestro hijo, Yo Soy ése semejante y así también os lo digo en las Escrituras.

Mis pequeños, padres de familia, sois de Mis elegidos para entrar en el Reino de los Cielos, cuando hacéis correctamente vuestra misión, especialmente cuando Me transmitís a vuestros hijos, cuando les enseñáis que tienen un Padre, una Madre, y muchos hermanos en el Reino de los Cielos que les están esperando. Cuando les enseñáis a rezar, pero sobre todo, cuando les enseñáis a confiar, en Mí, plenamente. Eso es lo mejor que les podéis dar a vuestros hijos, enseñarles que vosotros sois insignificantes, que vosotros no podéis darles todo el soporte, ni material ni espiritual aquí en la Tierra y que tienen que acudir a Mí, para que Yo se los conceda. Si os dais cuenta, seguís siendo pequeños servidores, os hacéis a un lado para que Yo brille en la vida de vuestros hijos, pero sobre todo, para que Yo brille en vuestra familia.

Ciertamente, cuando vosotros Me dais Mi lugar en vuestra familia, os uno, os protejo y os voy dando lo que necesitáis. Sí, Yo velo por vosotros, porque vosotros estáis esperando eso, porque Yo os lo he prometido y Yo siempre cumplo Mis Promesas.

Bendigo vuestras familias, Bendigo vuestro ser, os Bendigo, Mis pequeños, porque os hicisteis servidores, pequeñitos, para luego ser grandes en el Reino de los Cielos.
Gracias, Mis pequeños.