Vladimir Beregi hoy es sacerdote |
Una experiencia mística llevó a Vladko al sacerdocio
Estaba en los cuerpos especiales de Policía y Dios no le
interesaba... hasta que Él le sorprendió
Cuerpos especiales de la Policía eslovena... tipos duros
10 julio 2013 P. J. Ginés/ReL
En 1994, el joven Vladko (Vladimir) Beregi tenía solo 22
años pero se consideraba en lo más alto, "en la cima del mundo",
según sus palabras. Creía ser un tipo duro y buscaba emociones: trabajaba en
los Cuerpos Especiales de la Policía eslovaca (donde esas emociones abundaban)
y por la noche salía con los amigos de fiesta. "La vida era como un juego
para mí, y siempre quería ganar", recuerda.
No necesitaba nada, su vida no era sosa ni aburrida, se
sentía fuerte e intocable, "un genio". Hoy piensa que simplemente era
un chico orgulloso y tozudo, con trabajo intenso y emocionante y buen sueldo,
pero en esa época creía ser mucho más.
¿Dios? Una pérdida de tiempo
"No sabía nada de Dios. Dios no me interesaba para
nada. Lo consideraba una pérdida de tiempo", recuerda. Él era un tipo de
acción y nunca había terminado de leer un libro.
Como agente de las fuerzas especiales, la mitad de su
trabajo consistía en la sorpresa: ¡sorprender al malhechor para que no pudiese
ni reaccionar!
Esa fue la estrategia que Dios usó con él, admite: ¡le cayó
encima de improviso!
Oración sin convicción
Eso no significa que Vladko no le invitase, pero lo hizo sin
convicción alguna. Un amigo le invitó a un encuentro de jóvenes cristianos, en
el que invitaban "a quien quiera sentir a Dios en su vida" a
acercarse al estrado y pedir que otros cristianos rezasen por los interesados. Él decidió avanzar hacia el estrado para demostrar a
sus amigos que nada le asustaba y que se sentía libre para hacer cualquier
cosa.
"Me pareció algo extraño, porque nunca nadie había
rezado por mí. Me pidieron repetir estas palabras que recuerdo con exactitud:
´Jesús, si estás vivo, déjame conocerte´. No creí que pasara nada". Y, de
hecho, en ese momento, rezando esa oración sin ninguna convicción -la primera
oración de su vida- nada pasó.
Sucedió unos días más adelante y cambió su vida para
siempre.
Una presencia que empuja
Era el 6 de enero de 1994, Día de Reyes, ya de noche (a las
19.30h) y Vladko paseaba junto a la catedral de Santa Isabel en Kosice.
"De repente, sentí la presencia de alguien que me paraba. No podía
entenderlo, no tenía sentido. Pero algo estaba claro: esa presencia me empujaba
a la iglesia, que estaba abierta". Entró, y "no sé como, de repente
estuve allí, de rodillas. Supe que algo me estaba pasando, pero no podía
explicarlo. Las lágrimas empezaron a fluir de mis ojos, y yo estaba sorprendido
de mí mismo y no entendía lo que significaba toda esa presencia
misteriosa".
"Me rodeaba el silencio. De repente una voz me pilló
por sorpresa preguntando: ´Vladko, ¿por qué lloras?´ Me giré, pensando que
alguien me espiaba en el templo. Pero allí no había nadie. Noté que algo
cambiaba en mi interior. La voz me habló de nuevo: ´Levántate y anda, tengo un
camino completamente distinto para ti´, dijo. Y esa frase atravesó tanto mi
corazón que en un momento quedó completamente llena por ella. ¡Era como tener
un fuego ardiendo dentro!"
Supo que era Jesús
Salió a la calle, pensando en lo que sentía,
pero enseguida se paró y se dio cuenta de algo. Nadie le había predicado, no
había leído nada, no sabía nada de Dios... excepto que "lo sentía a Él,
allí, conmigo. En ese momento admití que Jesús era mi Señor y mi Salvador. Lo
percibía como un amigo, uno capaz de pillarme por sorpresa y darme una nueva
libertad.
Mi corazón estaba lleno de gozo, y mi interior rebosaba de una paz
inusual".Devorar la Biblia en un mes
Él, que nunca había acabado de leer un libro, se compró una Biblia y empezó a leerla, devorando con ansia cada página, hambriento de la Palabra de Dios. Se la acabó en menos de un mes, una hazaña asombrosa para alguien que no era lector.
"Cada día era nuevo para mí: rápidamente cambiaban mis actitudes, mi vocabulario, mis actividades... era un tiempo de descubrir a Dios, de que su presencia me sanase, de arrepentirme cuando me di cuenta de lo vacío y absurdo de mis actividades. Me di cuenta de que yo estaba pasando a ser más yo mismo. Ya no tenía que fingir ni tratar de impresionar a nadie. Y una y otra vez oía esas palabras: Tengo un camino distinto para ti".
Sacerdote en la Koinonía Juan Bautista
Ese camino se aclaró poco después, cuando conoció la Koinonía Juan Bautista (www.koinoniajb.es) , una comunidad católica internacional de estilo carismático. Se sintió atraído por ella, y dejó su trabajo de policía en verano de 1995 e ingresó en esta comunidad como consagrado. Años después, en 2007, fue ordenado sacerdote, y hoy es el padre Vladimir Beregi, responsable de la Koinonía en Sklene, en la diócesis eslovaca de Banska Bystrica, convencido de que fue Dios quien fue a buscarle a él.