*Un exorcismo real (II)



La madre entendió perfectamente desde ese día que la concienciación era parte integrante de la liberación de su hija. El caso de Marta no era un caso más, era un caso-signo. Un caso de posesión dado como signo para que mucha gente creyera. Para que a muchos laicos y sacerdotes se les abrieran los ojos y muchos hijos de Dios quedaran liberados del terrible yugo que habían tenido que soportar sin que nadie les ayudase, sin que muchas veces supieran muy bien que lo que sufrían era la opresión del demonio.
Pero las cosas se iban a complicar un poco más. La madre me llamaba una vez a la semana por teléfono, sólo para hablar un rato. Ella no tenía con quien hablar de lo que le pasaba a su hija. Ni sus familiares, ni amigos conocían la situación que estaba viviendo desde hacía dos años. Así que por lo menos conmigo tenía con quien hablar. La verdad es que disfrutaba oyéndola, pues era una persona espiritual, una persona buena. Pero una una noche me llamó y me dijo, padre, no se imagina cómo está esta noche. Ya había habido noches terribles, noches de gritos, de convulsiones, ocasiones había habido en que ella había tenido que sujetar un crucifijo ante su hija y decirle que no se atreviera a atacarla. Pero ahora había cambiado. ¿Qué pasaba? Había entrado otro demonio. Cuando le pregunté si tenía idea del nombre me dijo que si, que lo sabía con seguridad: Satán. El comportamiento de su hija cuando estaba en trance había variado por completo. Era peor, mucho más agresiva. En un momento dado su hija había tratado de agredirla con un cuchillo.



La posesión de Marta era un caso que había trascendido a la prensa. Había tenido una gran repercusión en los medios y no imaginamos que el bien que esa repercusión había hecho para concienciar a otros, clérigos y laicos, iba a tener un aspecto negativo en el interés de los demonios en que este asunto no acabara en una victoria. Y así Zabulón, tras tantos meses, ¡al fin!, salió en la siguiente sesión, había tardado unos nueve meses en salir. Pero el infierno sabiendo que Zabulón estaba a punto de ceder y salir, y sabiendo que era mucha la gente que seguía este caso y que iban a perder mucho si se decía públicamente que habían sido derrotados los poderes de las tinieblas, decidieron no dejar este caso. Y así Satán, el más poderoso de todos los ángeles caídos, había entrado antes de que saliera el último demonio que quedaba en Marta. Directa y personalmente tomaba el Príncipe de los espíritus malignos a su cargo este caso.

Levábamos ya más de nueve meses. Satán estaba dentro de ella y para acabar de complicar la cosa, nuevos demonios seguían entrando en la posesa. ¿Por que? En una sesión lo escribió. Había un grupo satánico que hacía ritos para que entrararn nuevos demonios en ella. Uno de los miembros estaba obsesionado con la chica, la amaba y quería que fuera de él. El grupo satánico se reunía para invocar a nuevos demonios que entraran en Marta. Con lo cual ellos se reunían una vez a la semana para que entraran, y nosotros una vez a la semana para que salieran.
Alguien podría pensar que el grupo del bien tenía la victoria asegurada porque Cristo es más poderoso. Y pensaría bien. Pero también hay que tener en cuenta una cosa: hacer el mal es mucho más fácil que reparar ese mal. Es mucho más fácil hacer entrar un demonio en una persona, que sacarlo. Hacerlo entrar puede ser cosa de un cuarto de hora, y sacarlo puede ser cosa de horas. Aunque tampoco es automático invocar al demonio y que entre, todo depende de la permisión de Dios.

En la sesión que comenzaba aquella mañana ya sabía, por lo que me decía la madre, que sin duda durante la semana había entrado otro demonio. La hija daba otros signos distintos cuando entraba en trance, aquel demonio le hacía mover los pies como si estuviera haciendo un baile extraño. Movía el pie, o las piernas, como llevando el ritmo de una música invisible. Cuando dieron comienzo mis oraciones comenzó a tararear una música. El demonio al final dijo que se llamaba Ledeseil. Cuando le pregunté cuál era su pecado, me respondió que era la desobediencia. Comencé a hablarle de la obediencia. Esto de predicar a los demonios mientras se les exorciza no deja de tener una cierta gracia. Pero hacer eso les tortura muchísimo. El que un demonio de desobediencia tenga que escuchar a un cura que le habla de lo maravillosa que es la virtud de la obediencia, y que cuanto más le hubiera valido obedecer, y que se fijara en la belleza de la obediencia de la Virgen María, y esto intercalado con fragmentos de la Sagrada Escritura acerca de esta misma virtud, entonces todo esto es como aceite hirviendo sobre el espíritu demoníaco. Las palabras era como si le quemaran. La verdad le produce un intenso dolor.
Después de un rato de debilitarle con este sufrimiento, le pregunté qué era lo que más le atormentaba, y me contestó que el agua bendita. Le rocié abundantemente con el hisopo, le dia beber agua bendita, pero no salía. Cuando le pregunté que qué tenía que hacer su frespuesta fue: ¡Impaciente! Y efectivamente insistiendo al final salió. Es curioso, algunos sacerdotes cuando los exorcismos se prolongan mucho se preguntan si lo estarán haciendo bien. Y es que hay que tener en cuenta que por bien que se hagan las cosas, un exorcismo dura su tiempo, se toma obligatoriamente sus horas aunque lo hiciera San Juan de la Cruz. Sea dicho de paso, al mismo San Juan de la Cruz hubo uno que le duró meses.



En la siguiente sesión tuve la alegría de tener en la iglesia al profesor de psiquiatría, Manuel Gurpegui, de la Universidad de Granada. El cual se mostró a favor de la existencia de la posesión y me dio bastante bibliografía de los últimos años sobre el tema de la posesión en las revistas especializadas de psiquiatría. También vino a una de las sesiones el padre Loring. Yo tenía bastante admiración por este famoso jesuíta que tanto apostolado había hecho. Se me ocurrió que invitarle sería un modo de ayudar al proceso de concienciación dentro de las mismas órdenes religiosas. Quedó muy impresionado por lo que vio.
Los meses pasaban y las sesiones de oración por Marta también. En otra sesión el demonio que tenía dentro se resistió dos horas a dar el nombre. Se resistió tanto porque saber su nombre era algo esencial. Ya que era un nombre dado por Dios, y ese nombre le mortificaba de un nombre terrible. Su nombre era Belseinbageim. Cuando le pregunté qué significaba nos dijo que "el que se hundió en la miseria y las tinieblas de Dios". Era mencionarle su nombre y observar terribles agitaciones. Provocaba esto un efecto tan grande en él que incluso le ordené al mismo demonio que dijera su propio nombre. Cada vez que lo decía, porque así se lo ordenaba yo, se convulsionaba terriblemente. Cuando le pregunté cual era su pecado, me dijo que todos. Y añadió: no hay pecado que no tenga. Al inquirir qué había que hacer para que saliera me dijo que insistir con su nombre.
Pero no salía. Se había pasado la hora en que debíamos acabar, pues o salíamos de la iglesia en pocos minutos o la madre y la hija no llegarían a tiempo a sus responsabilidades de la tarde. Y, sin embargo, con esta premura de tiempo el demonio no salía. Al final le ordené en el nombre de Jesús, una vez más, que revelara que debía hacer para que saliera ya, en ese momento. Y entonces me dijo: ordena a Satán que me deje marchar. Era curioso, el demonio inferior sufría y quería marchar, pero Satán no le dejaba. Sufría y sufría, pero Satán no le permitía marchar.
He observado que en un poseso los demonios inferiores son como un escudo para los más fuertes. Cuando el más fuerte se queda solo está como desguarnecido. Aún así, siempre en un exorcismo el último, aún solo, es el que más cuesta que salga.
Le ordené a Satán que le dejara marchar. Pero aquello se seguía demorando. La situación de la hora nos ponía en gran tensión a todos. Pues la madre, que era una trabajadora, debía cumplir un horario obligatoriamente. Volví a interrogar a Belseinbagein. Respondió: ordénale en el nombre de Dios que me deje marchar y que se marche él. Cuando lo hice se convulsionó, gritó terriblemente, y la chica se quedó finalmente tranquila y abrió los ojos. Cuando un demonio abandona a un poseso, la persona abre los ojos y siente una gran alegría, como el que sale de una pesadilla.
El detalle de como salió Belseinbagein puede parecer que no tiene importancia, pero la tiene. En no pocas ocasiones he comprobado la eficacia de usar esta técnica. Es decir, la de exorcizar al demonio superior y ordenarle que deje marchar al inferior. Hago notar que conviene hacer las dos cosas: exorcizar directamente al superior y ordenar que deje marchar al inferior. Para exorcizar directamente al superior es necesario conocer el nombre del demonio de más rango que hay en el cuerpo de esa persona.
Habrá algún sacerdote que se extrañe de que el exorcismo tenga sus técnicas. Pero es así, este ministerio tiene su técnica y sus particularidades. Pues si hay manuales de confesores, es porque hasta en la confesión la experiencia enseña que conviene hacer unas cosas y no otras; lo mismo en esta materia. Y así entre los sacerdotes que se dedican a esta materia hay una cierta comunicación porque hay casos muy difíciles en los que conviene compartir información. Y una de esas cosas importantes es ésta que acabo de decir. Cuando comprobé esto, compredí el sentido de una frase que dijo aquella posesa hacía ya mucho tiempo y cuyo significado no comprendí: el primero y el último. A veces los posesos dicen cosas que creemos irrelevantes y que sólo al conectar esa información con la información de otros casos comprendemos lo que quería decirnos.
Alguién podría preguntarse por qué no nos dice las cosas claramente. Si el demonio responde, ¿por qué en ocasiones lo hace de forma oscura? La razón está en que a veces la fuerza invisible de la oración le obliga a decirnos algo, pero después se resiste con todas sus fuerzas a explicarlo. Y desde luego siempre que explica algo lo hace del modo más breve posible. La explicación a veces es tan críptica como lo que se trata de iluminar. A los sacerdotes que se dedican a este ministerio los años les van dando más luz para entender este tipo de cosas. La experiencia nos ayuda a comprender que todos los casos de posesos están sujetos a las mismas pautas, a las mismas normas.



28 de diciembre 2002

Esta sesión tuvo lugar el 28 de diciembre de 2002. Lo sé con seguridad porque lo anoté. De las otras sesiones anoté sesión por sesión los hechos relevantes, pero no las fechas. Estaba tan convencido de que el caso estaba tan a punto de acabar, de que quedaba tan poco, que esa fue la razón de que sólo anotara los detalles más significativos. Cada día me imaginé que quedaba una o dos sesiones más. He conocido muchos casos de posesión que han acabado en media hora. ¡Pero nunca había llevado un caso de nueve meses! Jamás se me pasó por la cabeza que el proceso iba a ser tan largo y por eso prescindí de llevar un registro más cuidadoso de los detalles. Pero cuando ya llevábamos casi un año fue cuando ante la insistencia de dos psiquiatras me convencí de que aquello debía ser anotado de un modo más detallado. De hecho, hasta la misma fecha del comienzo de todo este proceso tuve que preguntarla a la madre. Afortunadamente, ella sí que la apuntó.
Así que hice de tripas corazón e hice propósio de seguir orando cada semana por aquella chica se prolongase aquello todo lo que se prolongase. A la sesión del 28 de diciembre vinieron dos claretianos y como siempre cierto psiquiatra profesor en Madrid. Este profesor desde que presenció la primera sesión se convirtió durante dos meses en un asistente fijo de las sesiones.
Aquella mañana, en la posesa se encontraba sólo Satán. Se retorció y gritó mucho. Casi desde el principio obedeció bastante. Lo que más hicimos durante aquella mañana fue rezar rosarios, cuatro en total. Hicimos poco más porque yo ya estaba muy convencido de que todo lo que teníamos que hacer era rezar para que Dios dijera: ¡este es el día! De hecho, sólo repetirle: haec est dies, es algo que ponía a Satán frenético. Haec est dies quae fecit Dominus, éste es el día que hizo el Señor. Satán sabía que el día se acercaba. El día en que saldría, el día en que podría salir yo de aquella iglesia y decir públicamente que el pulso entre el poder de Cristo y Satán había acabado. No tenía duda alguna de quien sería el derrotado. Satán conocía su derrota, pero trataba por todos los medios de retrasarla. En cada caso de exorcismo que ha habido en la historia, el demonio sabe que tendrá que salir, pero se resiste hasta el final para hacer sufrir todo lo que pueda.
Yo era consciente de que ya todo dependía de Dios, Satán no quería irse, sólo Dios podía echarle. Teníamos que esperar a que llegara el día determinado por Dios, el día en que Él le echaría. Pero también habíamos descubierto que no eran inútiles las sesiones de oraciones para que saliera. Porque cuanto más se le exorciza, más débil está y más poder perdía sobre la chica. Además, cada exorcismo es un rato de oración. Y la oración aceleraba la llegada de ese día cuya fecha desconocíamos.
Al principio de la sesión le pregunté: ¿cuántos estáis? la fespuesta fue YO. Lo dijo con una voz terrible. Escuchar a Satán es impresionante, su voz es la peor, la que más odio denota. Las oraciones en aquella mañana siguieron. En un momento dado hizo gesto en el aire con la mano de querer escribir. Pero fue San Miguel el que se comunicó con nosotros a través de la escritura, pues nos escribió lo siguiente:

tenéis que tener fe,
queda poco,

Los ángeles no hablan a través de los posesos, pero aquel caso iba a ser especial. Si hablándome de otro caso, me hubieran dicho que San Miguel había dicho algo a través del poseso, hubiera contestado sin dudarlo que aquello era una treta del demonio haciéndose pasar por el arcángel. Hubiera pensado eso y sigo pensando eso. Pero aquel caso era especial. La madre y yo supimos con total seguridad que sí, que era San Miguel. El santo arcángel apiadado del sufrimiento de la hija y la madre les quiso consolar.
Satán sabía que el día en que saldría se aproximaba, pero lo que más le hacía sufrir era tener la certeza de que aquel caso había sido dado por Dios como un signo. Satán sabía muy bien cuanta gente había repensado todo el tema de la posesión a través de los psiquiatras que habían pasado por ahí y habían estudiado el caso. Eran muchos los psiquiatras, sacerdotes que habían pasado. También se había escrito mucho sobre este caso. En cuanto yo se lo recordaba se descomponía y gritaba. Sobre todo cuando le decía que él mismo se había transformado sin quererlo en un instrumento de Dios. Eres un instrumento involuntario para la gloria de Dios, le recordaba. Mucha gente va a creer a través de ti, eres un apóstol involuntario de Dios, le decía yo no sin una cierta ironía.
Los demonios odian la letanía de los santos. Y curiosamente hemos comprobado que algunos santos han recibido el encargo especial de Dios de ayudar en los exorcismos. El terror de los demonios cuando oyen que se invoca a San Miguel es evidente. Otro santo cuya invocación causa también terror en muchos demonios es San Jorge. A San Jorge se le representa clavando una lanza en un dragón. Ha corrido bastante tinta -aunque no rios- sobre qué significaba aquel dragón bajo el santo guerrero. Normalmente se decía que provenía de una leyenda, una leyenda bastante insutancial y completamente inventada. Estoy en condiciones de asegurar que ese dragón representa al demonio. La iconografía primitiva lo pintó así, y los siglos crearon posteriormente toda una leyenda para el dragón. También el cerdo que aparece a los pies de San Antonio Abad representa el demonio contra cuyas insidias luchó. Aunque los siglos han hecho iconográficamente cada vez más simpático al animalillo. Hay que hacer notar que en ciertas ocasiones al invocar a estos santos no se observa ninguna agitación especial en los posesos. Ya he dicho que no todo atormenta de igual manera a todos los demonios. Y que un mismo demonio puede en ocasiones resistir algo que le desagrada y no manifestar nada externamente.
Pero hay veces que cuando se persevera en la invocación a un santo de pronto el poseso mira a un punto concreto del aire y pone cara de terror. Y comienza a arañar al aire, como si hubiera alguien allí, Araña, da golpes, brama, se fatiga como si estuviera combatiendo contra alguien. Y los presentes presenciamos aquella lucha entre dos espíritus. Tras esa lucha el demonio suele salir.

Al comienzo de las sesiones había pensado que daba lo mismo invocar a un santo que a otro, que a pesar de la tradición daba lo mismo invocar a San Miguel que a otro, que todos tienen el mismo poder. Pero ahora veo que no. Por supuesto que se puede invocar a cualquier santo. Pero es San Miguel el que ha recibido un encargo especial por parte de Dios para luchar contra el demonio. En una ocasión Zabulón había dicho que San Jorge ya le había expulsado de posesos en más ocasiones durante la historia. Si hay santos especializados en ayudarnos en los exorcismos, otros santos también pueden estar especializados en ayudarnos en otras cosas.

11 de enero 2003

En esta ocasión estuvimos sólo la madre, la hija y yo.
Había entrado otro demonio de nombre Jánser, que él mismo nos dijo que lignifica "la luz que se apagó". El agua bendita, bebida o asperjada, era lo que más le atormentaba. Ese día era muy frío, e incluso al mediodía las cañerías seguían congeladas y no había agua. Había agua bendita en la pila de entrada, pero por supuesto no quería darle a beber agua en la que todos habían metido los dedos al entrar en la iglesia durante días. Así que me propuse ir a la casa más próxima del vecindario a por agua. Pero antes de salír me topé con una botella de limonada. Pensé, la limonada es encialmente es agua, ¿tendría el mismo efecto que si bendijera sólo agua? ¿Por qué No? Si iba a una casa pidiendo agua tendría que dar explicaciones, así que me dispuse a bendecir aquella botella. La sesión comenzó pero pronto vi que aquel líquido bendito, aunque al demonio le producía alguna molestia, no le atormentaba tanto como el agua. Le pregunté el por qué de aquello. Al princpio se resistió después dijo entrecortadamente, obligado por la oración: que el agua es símbolo de limpieza... pureza... claridad. Comprendí entonces que al demonio le atormentan de un modo especial los objetos materiales bendecidos que le recuerdan cosas espirituales. La Iglesia ha hecho uso especialmente de unas cosas benditas y no de otras. Fue una enseñanza que no me esperaba pero que albergaba un profundo sentido teológico.

Al final, después de mucho insistir, el demonio Jánser exclamó que ordenáramos a Satán que le dejase marchar. Le dije que si quería marchar que se marchase. Pero él insistió que Satán no le dejaba. Años atrás cuando escribia mi tesis sobre los demonios pensaba que los demonios no tenían más poder entre ellos que el de comunicarse. Y por tanto que lo único que podían hacer era tratar de convencerse entre sí para hacer algo. Pensaba también que cuando había una lucha entre un ángel y un demonio, esa lucha consistía en que el ángel atormentaba al demonio al recordarle la verdad. Pero ahora sé que aunque era verdad lo que pensaba, había más cosas de las que en ese momento vislumbré. Y así con este caso descubrí que existía un verdadero poder en las relaciones entre espíritus. Expresamente Jánser me confirmó en ello. Pero cuando le pregunté al demonio qué tipo de poder era ese me respondió con un lacónico tú no lo comprenderías. Pero sí que dijo que Satán es el jefe y yo soy un ángel de nivel inferior.

Al final, tras mucho invocar a San Miguel, vino. Nosotros no lo veíamos, pero la posesa de pronto abrió lo ojos y miró a un punto concreto con terror, como diciendo "no" con la cabeza. Hubo una lucha contra alguien al que no veíamos, lucha en la que la posesa arañaba al aire. Después el arcángel le hizo ir hasta el sagrario y besarlo. Cuando un santo viene a un exorcismo le puede obligar a hacer cosas. Todo lo hizo a la fuerza, con lentitud, pero lo hizo apenas porque ya he dicho que unos espíritus pueden forzar a otros a hacer cosas por más que odien hacerlas. Esto es válido también entre los malos espíritus, que también puede uno superior forzar a algo a uno inferior.
Después que besó el sagrario, acto seguido cayó al suelo, se convulsionó y salió el demonio. Tras salir habló a tarvés de ella San Miguel. Hasta entonces San Miguel se había comunicado con nosotros escribiendo, pero no hablando. Era la primera vez que lo hizo, también la última. Su voz, a diferencia de la del demonio, era bella. Más bella incluso que la de Marta cuando estaba en estado normal. Era una voz que transmitía paz, serenidad, amor y bondad, una gran bondad y ternura. Todos nos emocionamos. Aquella voz nos dijo que tuviéramos fe, que vendría un gran bien para toda España de todo esto. Como es lógico aquella escena fue tan impresionante, que ningún escrito puede reflejar la emoción de ese momento, todos estábamos llorando.

Cuando acabábamos cada semana la sesión, dejábamos de orar por la posesa y ella sola volvía en sí. Ese día, dando por concluida la sesión , nos levantamos todos, pues estábamos arrodillados frente al sagrario, cuando aquella voz maravillosa nos dijo que diéramos gracias a Dios. Era cierto, a veces con la emoción, el cansancio y la alegría de que saliera un demonio, se nos olvidaba agradecer a Dios la liberación que había concedido. Desde entonces ya nunca me he olvidado de dar gracias a Dios al final de cada sesión por el demonio o los demonios que han salido.

18 enero 2003

Nueva sesión, ya han pasado los tiempos en que venían muchos psiquiatras, volvemos a estar solos. La madre, la hija y yo. Nosotros tres y el demonio. Cada vez más veces no viene nadie. Aunque en esta ocasión pronto descubrimos que había otros dos demonios más. Uno era Ledeseil, otra vez, era la tercera vez que entraba fruto de las invocaciones de la secta satánica. Como siempre bailoteaba con los pies y durante el exorcismo cantaba. Era una canción muy hermosa, verdaderamente hermosa. La posesa la cantaba a la perfección en un idioma para mí desconocido, aunque similar al galés. Parecía una balada tardicional del siglo XIX. A Ledeseil ya sabíamos que era el agua bendita lo que más le atormentaba. Pero para que saliera era necesario ordenarle a Satán que le dejase marchar. Al preguntar el nombre del otro demonio, obtuvimos como respueta la palabra inglesa Desiré, "deseo", ese era su nombre. Tenía una voz infantil, dulce, con la entonación de una niña mimada. Así como la voz de Satán era la más abrupta y rugiente, la de éste resultó dulzona. Ledeseil nos dijo que Desiré era el menos malo de los tres. Desiré en un momento dado dijo una cosa que me impresionó. Dijo: Porque me vi tan guapa (al decir "guapa" en feminino nos estaba indicando que se trataba de un alma perdida)... quería hacer tantas cosas... la soberbia me perdió...

Finalmente salieron los dos. En esta salida del demonio, vimos por lo que decía la posesa en trance que a veces un demonio al salir se quda cerca, próximo al poseso del que ha salido. Los dos que habían salido estaban en un lugar concreto de la capilla que la posesa señalaba cuando se lo ordenábamos en el nombre de Jesús. Tuvimos que alejarlos a los dos con agua bendita.

Arrodillado ante el sagrario, le dije al Señor con mucha fe y compasión que no por mí, sino por aquella madre y aquella hija, que para animarles y darles esperanza, que le pedía humildemente que nos dijera cuantas sesions quedaban. No menos de cinco fue la respuesta.



20 de enero 2003

Nada nuevo en la sesión. En el cuerpo de la chica sólo había un demonio, Satán. Tuvo otra vez las extrañas convulsiones en las que no toca la colchoneta. Otra vez íbamos a estar completamente solos al madre, la hija y yo.
Creo que por estas fechas, más o menos, ya no recuerdo bien, no lo apunté, fue cuando entró en ella Lucifer. Lucifer es el segundo demonio más importante del infierno. Tenía una voz distinta y hasta una psicología distinta a la del Diablo. Siendo la ferocidad de Lucifer terrible, Satán, sin embargo, era mucho peor. Satán siempre me recordó como dice la Biblia a un león rugiente.



1 de febrero.

En la sesión de este día la posesa resistió media hora no sólo sin gritar, sino sin dar el más leve signo de trance. Al final cuando si que dijo algo, comprobamos que en ella estaba sólo Satán. También verifiqué que la presión dolorosa sobre la posesa la hacía volver en sí del trance, bastó que paulatinamente le fuera apretando más con el índice y el pulgar sobre la clavícula para que abriera los ojos y volviera en sí preguntándose qué había pasado. Ya lo había comprobado un psiquiatra en otra sesión. Hablé con otro exorcista que me corroboró que en sus casos también le había pasado lo mismo. Si se aplica dolor al poseso, vuelve en sí saliendo del trance. No obstante, en otro caso en Méjico pude ver que la misma técnica no servía para sacar al poseso del trance.
En la sesión ese día, sólo había dos chicos muy religiosos de un colegio mayor y un psicólogo. Al final de la sesión la posesa escribió:

soy San Miguel
rezar
paciencia
falta muy poco
rezar

debes insistir porque se pueden esconder durante mucho tiempo
hay gente que tiene demonios mudos
hacer caso a la intuición y ver los ojos
la mayoría no sabe que tiene demonios

es necesario que se conciencien
si esto no acaba no os desesperéis
tener mucha fe
Él os escucha siempre

muy importante que recéis
tiene una influencia fuerte



Lo de insistir lo dijo San Miguel como consejo para detectar un demonio en los posesos que vinieran a verme. Había que insistir en las oraciones pues algunos demonios tratan de ocultarse con todas sus fuerzas para que el sacerdote no se de cuenta de que están ahí. Lo de que San Miguel hablara a través de un poseso me pareció que podía ser una cosa excesivamente difícil de aceptar para la gente que leyera este tratado, además era algo que no había oído jamás que hubiera sucedido anteriormente en toda la historia. Estuve pensando en omitir este hecho, cuando me enteré de que en el caso de 1949 de Mount Rainier (Maryland, USA), el caso auténtico en el que se basó la película El Exorcista, había sucedido. En la última sesión, San Miguel había hablado a través del poseso. Así que este fragmento y otros fragmentos se salvaron de quedar relegados a algún rincón de mis papeles personales en algún armario perdido de mi casa.
Los dos chicos universitarios habían venido porque había dado en su colegio mayor una conferencia sobre el tema del demonio. Al acabar la conferencia me dijo uno de los chicos presentes que si alguna vez necesitaba a alguien para ayudar en una sesión de oración por alguien que contara con él. Al cabo de un par de meses acepté su invitación a ayudar. Y el chico pasó de la conferencia a la realidad. Me imagino que jamás pensó aquel gallego de veinte años que acabaría viviendo una experiencia como aquella.
Sea dicho de paso, aquel chico en los meses siguientes repitió por lo menos siete veces. Y siempre venía acompañado de alguien del colegio. A veces uno, dos o tres universitarios. Con lo que al pasar las semanas el número de chicos que pasaron fue bastante considerable. Como es lógico en el colegio mayor se hablaba mucho del tema, se discutía, se dividían los estudiantes en partidarios y escépticos. No hace falta decir que en aquel colegio universitario mi conferencia se convirtió en La Conferencia.



15 de febrero.

Dado que algunas semanas se me acumulaban los casos de posesión quise hacer la prueba a ver si tenía la misma eficacia rezar por varios posesos a lavez. Cité una misma mañana a un caso de una mujer que venía de Portugal y a Marta. Comenzamos las oraciones, la portuguesa entró en trance en seguida, pero Marta no. Por más que insistía yo, ella estaba tan tranquila, perfectamente consciente, e incluso sin la más leve molestia.
Al cabo de media hora, llevamos a los portugueses a la sala de al lado, a una sala de catequesis. Unos laicos siguieron rezando por la portuguesa que siguió en trance y con los síntomas típicos de posesión. Pero llevábamos ya varios misterios del rosario y otras oraciones. y Marta en la capilla no entraba en trance.
Después del tercer rosario, dije una frase que sabía que era especialmente odiosa a Satán en el caso concreto de Marta: haec est dies. Al momento apareció en la joven una levísima risa despectiva. Se había manifestado, levemente por más que resistía por ocultarse, pero ya no había podido evitarlo. Seguí orando. Poco despúes Satán comenzó a gritar como siempre. Despues de la comunión pidió escribir. Y escribió:

queda muy poco

Le pregunté acerca de las sesiones de oración por varios posesos, si daba lo mismo orar por uno que por varios a la vez, si cuando había dos uno no sufria. Y escribió:

No, sufre menos, pero sufre
cuando hay dos puede que uno de los dos no se manifieste
no por eso deja de sufrir

debes rezar mucho, España está muy mal

Le pregunté por la portuguesa, ya que venían de tan lejos le pedí que nos dijera las sesiones que quedaban y escribió:

No lo sé [esto estaba subrayado 4 veces]
Paciencia
que no pierdan la fe
soy San Miguel

impacientes!!
paciencia
rezar mucho,

[después Satán escribió] demonios oculpos por eso me han permitido estar tiempo sin manifestarme para que te des cuenta de que se ocultan aun estando casi fuera [es decir, a punto de salir]

Quedaba claro el resultado del experimento. Si se rezaba por dos posesos a la vez, los demonios de ambos sufrían, pero sólo uno se manifestaba. Y además sufría menos el demonio más fuerte. Porque cuando hay dos demonios en una misma persona o en dos -si se reza a la vez) sufre el demonio más débil, y los otros más fuertes sufren algo, pero mucho menos.
Alguien se habrá preguntado como podíamos saber si escribía un demonio o San Miguel. Pues bien, no lo sabíamos. Cuando hablaba era claro, la voz de los demonios es fea y rezuma odio. La voz de San Miguel era agradable y llena de amor. Mas cuando escribía no podíamos saber quien hablaba. Por eso cuando era San Miguel si quería que lo supiéramos escribía: soy San Miguel.

Durante esa misma sesión entré yo en varias ocasiones a rezar por la portuguesa. El caso de la portuguesa era menos difícil y con la oración de los laicos que había allí bastaba. Al final la portuguesa se puso muy mal, gritó peor que nunca. Se levantó, se liberó de nuestras manos y se fue hacia la pared. Su hermana enfadadísima le gritaba, yo de pie junto a la posesa, seguí rezando. La posesa gritaba llena de horror y sollozos. En un momento dado los sollozos se detuvieron y me sacó la lengua, la hermana ni corta ni perezosa le propinó un sonoro bofetón. Le reprendí diciéndole que no era ella, sino el demonio el que había hecho aquello.
Acabada la sesión de aquella mañana con la portuguesa, me comentó que durante toda la semana había estado peor que nunca. Ya no podía trabajar desde hacía una semana. Aunque vinieron varias veces desde Portugal, al final encontré un sacerdote en Lisboa que rezara por ellas ya que en su diócesis nadie se quería encargar de ellas.

Estoy seguro de que a pesar de todo lo dicho habrá quien tenga dudas de si el demonio no nos estaría engañando haciéndose pasar a veces por San Miguel. Yo tengo una cosa muy clara, si San Miguel no hubiera intervenido dándome ánimo y diéndome que tuviera paciencia, puedo asegurar que hubiera enviado a la madre y a la hija a otro sacerdote. Dado lo que se alargaba la resolución del problema, les hubiera explicado a ambas que quizá me faltaban o conocimientos o condiciones para resolver el caso y que yo mismo les buscaría quien se ocupase de proseguir con las oraciones. Pero los mensajes de San Miguel me confortaban dándome la seguridad de que íbamos por el buen camino. Así que el tema de la intervención del arcángel puede parecer anecdótico, pero sin él yo no me hubiera considerado apto para continuar.



22 de febrero 2003

El demonio que respondía al nombre de Belsenbagein había entrado de nuevo. Llevaba ya quince días. Pero en la sesión en que oramos con la portuguesa presente no se había manifestado.
En esta sesión no hubo nada especial. Después de salir estuvo por la capilla. Lo supimos porque la posesa alzó la mano, y con el brazo extendido y los ojos en blanco señaló hacia un lugar de la capilla. Al preguntarle por qué hacía eso, contestó que por qué allí estaba Belseinbagein. Con agua bendita primero y después haciendo la señal de la cruz con el crucifijo de metal que uso en estas sesiones acabó por marcharse. En un momento dado, el demonio que quedaba en la posesa me dijo: tienes que hacer la señal de la cruz cinco veces más. Aunque tardó más en marcharse definitivamente.



8 de marzo

Hoy el primer demonio se llamaba Noise, "ruido" en inglés, era un demonio mudo. Tras rezar los presentes varios rosarios, le forcé a que repitiera una alabanza a Dios. Forzado a hablar por el poder de la oración, finalmente movió la boca pero sin emitir sonido alguno dando a entender que no podía. Al insistir yo en mi orden, se desesperó e hizo gesto con la mano de escribir. Lo que le había ordenado que repitiera, no lo dijo, pero lo escribió; como para dar a entender que hablar le era completamente imposible por más que se lo ordenase. Pero el otro demonio, Lucifer, sí que hablaba. Era un demonio terriblemente furioso. Cuando se le ordenó en el nombre de Jesús que dijera que era lo que más le atormentaba a Noise dijo que cantar. Es curioso, al poco de comenzar la sesión se me había ocurrido que cantáramos. Una vez más entendí la importancia de las intuiciones cuando uno está ejerciendo este ministerio con entes espirituales. Los ángeles, sin duda, nos inspiran cosas que pensamos que son meras ocurriencias nuestras. Le prengunté a Lucifer cuál era al canción que más le atormentaría. Contestó que Adeste Fideles. El villancico comenzó y comenzaron frenéticas convulsiones. Parecía que iba a salir de un momento a otro, pero aquel estado de paroxismo tardó todavía casi una hora.
Cuando salió Noise les dije que nos sentáramos todos en los bancos y rezáramos un rato, un cuarto de hora, por los cuatro chicos del grupo satánico que estaban metiendo los demonios en Marta. Debíamos rezar para que Dios los convirtiera.
Acabamos la sesión sabiendo que estaba dentro Lucifer. Este era el segundo demonio más importante del infierno. A Lucifer le atormentaba especialmente recordarle que él fue la estrella de la mañana. Le atormentaba tanto que se tapaba los oídos para no oírlo.



22 de marzo

Marta tenía cuatro demonios. Perversión, Belcebú, Lucifer y Satán. Durante todo el rato resistieron con verdadera fortaleza. El demonio que respondía al nombre de Perversión hubiera cedido y salido, pero los demonios superiores no le dejaban. Belcebú hablaba con un tono distinto de los escuchados hasta el momento en las sesiones. Un tono en el que dejaba claro que ni contestaba ni pensaba contestar. Y efectivamente no lo hizo en las tres horas siguientes. Ni una respuesta. Sólo frases breves como : ¡¡Eres tonto!!, cuando le preguntaba algo. O "quita esa mierda de encima" cuando le ponía algo sagrado sobre su cuerpo. Los rosarios continuaban, lo mismo que las letanías e invocaciones a San Miguel, San Jorge y la Santísima Virgen, pero ningún demonio obedecía ni contestaba. Me dirigí a Perversión, el demonio más débil, y le pregunté si se quería ir. Me dijo que sí, pero volvió a insistir en que no le dejaban salir de aquel cuerpo. Entonces dijo: el primero y el último. Enseguida supe qué significaba. Para que se fuera el último demonio, el más débil, había que exorcizar al primero. Exorcizarlo por su nombre y ordenarle que le dejara marchar. En el nombre de Jesús quebranto tu poder; deja marchar a Perversión, repetí yo una y otra vez. Pervesión había dicho en un momento de aquella sesión que los dos últimos demonios se marcharían a la vez. Es decir, que saldrían él mismo y Belcebú al mismo tiempo. Como por la tarde no tenía que decir misa, pues venía otro cura a deicrla, celebré misa allí mientras rezaban en voz baja el rosario. Le di a tomar el vino consagrado por intinción.
Ya era casi la hora de marchar y la cosa no acababa. Ni acababa ni el demonio daba signo de estar a punto de ceder. Así que dije, tenemos que dejarlo por la hora. A todos los que había venido les expliqué que aquello no suponía una derrota por nuestra parte, que los demonios habían sido debilitados y si no salían en una próxima sesión, saldrían en dos o tres sesiones más. Pero cuando estaba vaciando en la entrada de los salones parroquiales, el contenido del hisopo en la pila del agua bendita, un terrible bramido resonó del interior de la capilla. La posesa rugió estentóreamente con una fuerza tal como no lo había hecho durante las tres horas anteriores. Yo en ese momento no lo sabía, lo deduje después, pero alguno de los santos que habíamos invocado había venido y estaba obligándole a salir. La posesa sola, sin que nadie hiciera nada, comenzó a gritar y a gritar. Así que al ver claramente que se estaba desarrollando una lucha invisible, nos pusimos a orar para debilitar al demonio y ayudar así en ese combate. Al cabo de diez minutos salieron los dos demonios: Perversión y Belcebú. A la vez, tal como había predicho a mitad de la sesión.





La madre me comentó que en uno de los pasados días, estaba viendo la televisión y al ver las noticias de la guerra de Irak se le ocurrió rezar un padrenuestro por el alma de Sadam Hussein. Al hacer aquello el demonio al momento se puso como loco, gritando fuera de sí. A lo largo de aquella mañana, en medio de aquella sesión de varias horas, hacia el final, se me ocurrió que podía yo también hacer la prueba, y efectivamente, fue decir a lo chicos que estaban allí ayudándome que íbamos a rezar un padrenuestro por el alma de esa persona, y de pronto la posesa estalló en una verdadera tempestad de ira y furia. Seguí rezando el padrenuestro, y el demonio comenzó a gritar con rabia e impotencia:
¡¡ES MÍO!! Repetia eso una y otra vez, ordenándonos que nos calláramos.
El espectáculo de odio, de convulsiones, de gritos era impresionante. Todo el asunto puede aparecer muy anecdótico, pero personalmente para mí tuvo enseñanzas espirituales muy importantes. Pues ante semejante escena saqué dos conclusiones muy claras. La primera es que así como la posesión demoníaca afecta al cuerpo, así también hay personas que tienen el alma como poseída por el demonio. Ciertamente el alma no puede ser poseída, siempre es libre, pero el alma se puede cargar de tantas ataduras, de tantas cadenas, que al final sea un juguete en manos del Maligno. Es decir, una voluntad débil y maniatada por las bajas pasiones arrastrada a merced del viento de la tentación. Por eso repetía: es mío. Frente a eso, nosotros los cristianos tenemos un Dominus, un Señor.
La segunda enseñanza es que nunca me hubiera imaginado que un simple padrenuestro pudiera descomponer tanto al demonio. Que una oración tan sencilla, tan breve le infundiera tanto temor de que pudiera perder la presa tanto tiempo perseguida. Y comprendí que tenía razón. Pues una oración, una sóla, supone que Dios le enviará sin duda una gracia a su alma. Y una sola gracia puede provocar un arrepentimiento que le eche a perder al demonio una presa atada durante muchos decenios. Un padrenuestro podía destruir el trabajo del demonio durante años en una persona. El demonio temía con razón.
Así que entendí que de la misma manera que en ese momento había una guerra material -la de Irak- también hay una guerra espiritual. Una guerra espiritual que se combate con armas espirituales. No somos conscientes del poder que poseemos. No sabemos hasta que punto una oración, una sóla, puede cambiar a alguien en un puesto estratégico, que a su vez puede cambiar todo.
Es a la luz de esta escena cuando uno ve el poder de ese flujo invisible que emerge de los cientos de monasterios repartidos de un confín al otro del mundo. Son una continua fuente de bendiciones. En silencio, desde la oscuridad, ellos cambian la historia. Por eso, por esta enseñanza, pensé que era bueno contar esta anécdota. Satán le dijo a la madre, a través de la posesa en su casa, que lo que buscaba con la guerra era crear destrucción y sufrimiento.



6 de marzo

Nada especial que reseñar. Tan sólo que además de Satán, había un demonio dentro de la posesa que se llamaba Jaislashenka. Los demonios entraban porque la secta satánica les invocaban. Seguíamos rezando para que se convirtieran las personas que pertenecían a ese grupo del demonio. Justo ya a punto de acabar y con la chica todavía en trance, rezamos por la conversión de las personas de la secta satánica. Cuando yo estaba recogiendo el agua bendita, la madre rezó un padrenuestro por la conversión de Sadam Hussein. La madre me miró y me dijo ¿se ha fijado, padre? Sí, era evidente que rezar por él ya no le causaba ningún tipo de temor a perderlo. La madre al instante comentó: eso es que se ha muerto y se ha condenado. Me acerqué e invité a todos: vamos a rezar con verdadera fe por la conversión de Sadam Hussein. Pero por más que oramos aquella sonrisa de triunfo no desapareció de la cara de la posesa. No dijo nada, no le importaba que rezáramos por él, era como si nos dijera: ya no podéis hacer nada por él. La madre en voz alta dijo: padre, yo creo que eso significa que ha muerto en algún bombardeo de esta semana.
No hace falta decir que un año después apareció Sadam en su refugio. ¿Por qué entonces Satán había actuado de aquella manera? Quizá fue una enseñanza que recibimos por parte de Dios al permitir eso para ver hasta que punto nos podemos dejar engañar por Satán. Sí, nunca hay que bajar la guardia en los exorcismos.



12 de abril

En esta sesión salió un demonio mudo (del que no sabemos el nombre) y Desiré.
El espíritu que respondía al nombre de Desiré hizo gesto con la mano de querer escribir. Tumbada la posesa boca arriba y sin mirar nos escribió que no era un demonio sino un alma humana. Después continuó escribiendo lo que sigue:

Paciencia
soy Desiré (este nombre lo pronunció en inglés)
no mala
[es decir, no soy como los demonios, quería decir que fue una mujer en vida] (Lo escrito entre corchetes son explicaciones o preguntas del sacerdote)

rezar es muy importante
rezar

fe
llamar a San Miguel todos juntos
es importante fe

me voy cuando acabe de escribir
yo muy mal
no descanso

tranquilas

yo no rechazo a Dios
yo viví hace mucho tiempo pero no fui buena

muy guapa, yo creía poder todo

[entonces le ordené en latín, en el nombre de Jesús, que me dijera dónde y cuando vivió. Respondió:]
no hay escritos
no comprobable
hace siglos

[insistí mucho rato en mi orden, al final escribió:]
1514



[En el nombre de Jesús, te ordeno que me digas la verdad, le volví a instar]
¿Por qué te tendría que mentir? Si fuera demonio no rezaría
[era cierto que en ciertos momentos se había puesto a rezar oraciones a Dios y a la Virgen]

[insistí en que dijera dónde vivió]
no voy a decir dónde
no es importante

perdida no encuentro luz

te he dicho que me iré cuando acabe de decir lo que me han dicho que os diga

[¿hay muchos espíritus perdidos como tu?, pregunté]
hay muchos
están en la tierra
fueron hombres
no somos ángeles
no somos demonios

debéis rezar

[le pregunté si esos espíritus perdidos se comunicaban entre sí, si tenían algún tipo de relación]
no
ir de un lado a otro

sabéis mucho usarlo bien

queda muy poco
pero no sé cuanto
no depende de mí
[le dije que nos revelase su nombre]
no importante nombre real

tenías que saber que hay otro demonio
echarlo con fe
San Miguel
fe
rezar

[le pregunté si su nombre Desiré era su nombre también en la tierra]
al morir cambiamos de nombre

al invocar a fuerzas ocultas a veces vamos nosotras si el hechizo sólo influye en el pensamiento

nos vamos cuando la persona reza con fe [se refería a que los espíritus perdidos se marchan del cuerpo de una persona cuando se ora, sin necesidad de exorcizar a ese espíritu concreto]
también rezamos, pero el momento fue cuando vivíamos.

Satán furioso, no os asustéis
Dios con vosotros
hay muchos demonios ocultos
debéis rezar durante más tiempo [para detectar los demonios ocultos]
3 o 5 minutos son insuficientes
a veces tardan horas o días en manifestarse
peligro demonios mudos difícil reacción

España fatal, muchos demonios ocultos, gente no sabe
piensan demonios no existen, están muy ciegos
rezar por ellos, piensan listos y son tontos

Ánimo, Me voy

Y tal como dijo, en cuanto acabó de escribir lo que le habían dicho que nos comunicase, sus brazos volvieron a caer sobre la colchoneta y dio un suspiro profundo y prolongado y salió. En cuanto salió, el otro demonio que había dentro de la posesa se manifestó furioso.

A lo dicho había que añadir que nos había respondido a un "sí" a la pregunta de si un alma condenada al infierno podía poseer a una persona. Nos había dicho también que había otros espíritus que vagaban por la tierra. Espíritus perdidos, que siendo malos en vida y muriendo sin haber pedido perdón, no obstante no habían rechazado a Dios. Y que esas almas tenían hasta el Juicio Final para encontrar la Luz.

Unas semanas antes, la posesa también había entrado en trance y escrito que él, la entidad que respondía al nombre de Jaislegel, no era un demonio, sino el alma de un hombre que había sido muy malo en vida. Escribió su nombre tal como se pronuncia en castellano: Jaislegel. Al ser preguntado si buscaba la luz. Respondió que sí. Y siguió escribiendo:

difícil [que era difícil encontrarla, la luz]
tuve mi momento
el momento es mientras vives
no hay solución
Espíritus perdidos vagan buscando un descanso, pero no lo encuentran
purifican sus pecados, muchos tardan muchos siglos, depende de los pecados y del estado del alma
las culpas son nuestras
Algunos [están] mejor que nosotros
nosotros estamos aquí
no salimos de este mundo
[la madre de la posesa manifestó algo de pena, y el espíritu respondió] si supieras mi vida quizá no pensarías así
la diferencia con los demonios es que no rechazamos a Dios, fuimos malos, no pedimos perdón en su momento.
Yo mala vida, pecado
yo vivía sin Dios, como si no existiera

Después dijo que cuando los hombres invocan a fuerzas ocultas vienen almas perdidas, pero que cuando invocan a demonios vienen demonios.