*Soy como ese elocuente enamorado

Mensajes de Jesús a Marga

La Verdadera Devoción al Corazón de Jesús. ¿Por qué «verdadera»?
     Porque la Devoción al Corazón de Jesús llega en su cumbre con la Manifestación de la Eucaristía.

     Porque Yo, en la Eucaristía, quiero mostrarme a vosotros tal cual Soy.

     Porque mi Amor, contenido en Ella, no se puede contener ya más, y viene a explotar en mis más pequeños, en todos los que me sepan recibir.

     «Venid a Mí todos los que estáis cansados, que Yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de Mí, que soy manso y humilde de Corazón. Porque mi yugo es llevadero, y mi carga ligera.»

     Subido en mi púlpito, subido en la peana de mi propio Sacrificio, soy como un Predicador. ¿Qué predico? ¡Amor, Amor, Amor!

     Venís a Mí, ¿y qué os digo? Soy como ese elocuente enamorado que no se queda sin palabras ante su amada, sino que le canta su Amor de una y mil formas. Tan variadas como criaturas haya. Tan variadas como sois variadas mis criaturas. ¡Amor, Amor, Amor! Os canto mi Amor.

     Que no diga mi criatura que no me oye, que no oye este Cantar del Amor. Tan sólo aplique el oído. Venga y aplique el oído. Venga a Mí y escuche.

     ¿Quién creó la tierra y cuanto contiene? Yo.

     ¿Quién hizo hoy para ti esa forma caprichosa de mi nube, y las dispuso de tal modo bellas que lograran agradarte?

     Hasta el cáliz de la más pequeña flor que tú un día contemplas y mañana está marchita, la he creado Yo por tu Amor.

     El Creador del Cielo y tierra está hoy aquí, en la Eucaristía y canta para ti un canto bello de Amor. Un canto eterno de Amor.

          Jesús, te has vuelto Poeta.

     Poeta del Amor, Amor eterno. El Verbo Encarnado, la Palabra hecha Carne, ¿no tendrá Palabras para ti? ¿Es que puede alguien decir que vino a mi Adoración Eucarística y no salió consolado, escuchado, curado de todas sus dolencias? ¿Puede alguien ponerse verdaderamente enfrente de Mí, Eucaristía, y decir que no me oye?

     ¡Oh, pobres sordos, que tenéis oídos para oír y no los utilizáis! ¡Ciegos, que ojos para ver y los tenéis tapados! Esto es lo que os impide acercaros verdaderamente a Mí, os impide verme y os impide oírme: El pecado.

     ¡Oh, que no tengan miedo mis párrocos a predicar conversión! ¡Que no teman hablarles de la vida empecatada que llevan y de que deben abandonarla si quieren venir a Mí y encontrarme!

     ¿Cómo pretender estar conmigo, contra Mí? Así no, así no estáis conmigo. No hay predicación del Reino sin conversión. Hay que abandonar la vida de pecado.

     No, Yo no rechazo al pecador, pero que se convierta y viva. Que vaya, y no peque más. Si no, nunca podrá tener el efecto en sí de la vida de la Gracia. Que no crea entonces que encontrará la paz, el amor y la alegría. No.

     Te tengo aquí, hija mía, para derramar mi Corazón en ti. Te tengo aquí para invadir tu corazón.

     ¿Que qué has de hacer? Dejarte invadir. Porque mira, hija, que mi Corazón busca derramarse en mis criaturas, y no encuentro ninguna que me quiera recibir.

     Las visiones no son porque te encuentro perfecta, pero sí piden tu perfección. Por eso, hija, sé tú ese pozo abierto, deseando llenarse, llenarse de Mí. Amén.
14 julio 2008