*La princesa Constanza y las 365 misas

La escritora María Vallejo Nágera

Una anécdota sobre la reina Isabel de Portugal, la princesa Constanza y las almas del Purgatorio

 Una de ellas se refiere a la hija de la reina Santa Isabel de Portugal, infanta de Aragón. Esta fue una reina muy importante en España. Casada con el infante español Fernando. Ella vivió del 1271 al 1336. Estamos en el siglo XIII. El caso es que la princesa Constanza murió. Era muy bella. Se había casado pero murió pronto a causa de unas fiebres. La historia cuenta -es curiosísimo y está totalmente documentado- que la reina Sta. Isabel iba a caballo con el rey. 

Venían atravesando Castilla acompañados de soldados y séquito real. Cuando de pronto les salió al encuentro un ermitaño dando voces, con el hábito roído, muy pobre. Un hombre que vivía en las montañas. Pidió con urgencia que tenía que hablar con la reina Isabel. Imagínate. Los soldados inmediatamente le apresaron, burlándose. Pero la reina, que era una mujer buenísima, intercedió por él. El ermitaño le contó que la noche anterior ha tenido la aparición de la princesa Constanza, de la hija de los reyes. Que le había dicho que estaba en el Purgatorio, en un Purgatorio muy profundo, en donde padece con gran arrepentimiento por faltas cometidas durante su vida, pues por lo visto dicha princesa había tenido una juventud muy disipada. Y Constanza le ruega al ermitaño que le diga a su madre que sólo va a alcanzar el cielo si se ofrece por ella una Misa diaria durante un año. Las carcajadas del séquito, de los soldados e incluso del mismo rey fueron tremendas. Pero la reina no se rió, pues era una mujer de gran piedad. Se dirigió a su marido y le pidió opinión y que oraran un poco para tomar una decisión. Decidieron que era algo que no les costaba nada y que por si las moscas lo iban a hacer. Y le encargaron 365 misas a un sacerdote que creo que se llamaba Don Fernando Méndez. Y justo 365 días después de aquello, mientras la reina Isabel rezaba en la capilla del castillo, su hija Constanza se le apareció totalmente transfigurada, rodeada de una hermosísima luz toda ella. 

Le dijo a la reina: “Madre, hoy mismo seré liberada de las llamas del Purgatorio, abandono este lugar de penas y reparación para unirme a los santos y a los ángeles”. Y tras estas palabras desaparece. La reina se levanta conmovida en busca de Don Fernando Méndez, el sacerdote, quien le confirma que esa misma mañana había dicho la última de las 365 misas. Y esto está documentado, tomado de un tratado de la Iglesia sobre las almas del purgatorio.

Del libro "Entre el Cielo y la Tierra " de María Vallejo Nájera